martes, 27 de abril de 2010

Retratos de vidas que dejaron de existir

¿La muerte debe ser signo de preocupación?

Tal parece que la mayor obsesión del ser humano es y será siempre su fin, su inexistencia.
Pendiente de la ausencia del ser es que me paseo por los oscuros rincones de los obscenos cementerios, asiduos en formas tétricas y abrumadoras, asomándose en ellos fachadas inmortales de seres durmientes, putrefactos... entes idos con y sin historia...

¿Por qué debe ser la muerte objeto de morbo? ¿Puede ser objeto de estética? y ante esto, que nos dan sus representaciones, su arte ¿Es acaso un reflejo de una paranoia colectiva y universal? o es solo el versado intento de una vida preparándose para fallecer...

A lo largo de mi ociosa búsqueda en la red me tope con la fotografía post mortem, imágenes atónitas de seres que dejaron de ser, pero sin la desfachatez de una mirada con morbo es que se deben apreciar estas joyas de épocas pasadas, aquellos interesados podrán encontrar datos meramente interesantes por la Internet, pero yo siendo más osado he dimitido de este contexto prefiriendo lanzar al aire unas cuantas preguntas

¿Qué ven? ¿Qué imaginan? ¿Qué sienten? ¿Qué piensan?



















martes, 20 de abril de 2010

Levedad primera

Dedicado a mi señora, mi amante, mi amiga, mi Madame, escrito una noche embriagado por tus besos y alcohol barato.

tu y yo somos la patética falaciayo y tu somos la patraña perfecta
una virtud obsoleta
la indiferencia de un pecado cometido por dios

y

tu...la intangible retorica de un espejo sin luz/
yo...
la degradación de un eco sin respuesta/
tuyo...
la obscena caricia post mortem de una mirada /

más
sos...
Maliciosa persecución/
sos...
dadivosa, delirante, espejismo/
sos...
melindrosa ilusión
conjunto demencial de placeres mundanos/
s.o.s.
más

de lo que sos vos
voz, divina vos
anuncias voz
que vosotrossomos/y yo soy/y tu eresviento/suspiro moribundo de una lapida fresca que...
mil veces.../susurra a una flor de panteón
mil veces tu nombre
para sentir que aun estoy vivo

s.o.s.
una...
pregunta indiscreta/
una...
contestación muy directa/
¿un
tu y yo/somos...
tu y yo/solos...
tu y yo/...
una verdad?
-Te amo-



Urielo
Sánchez Rivera

sábado, 3 de abril de 2010

Algo Inusual en mi cocina

Qué difícil y extraña es la vida, cuando crees que puede mejorar descubres que hay un cadáver en tu cocina, esta vez es mi cocina y no sé qué hacer, el pobre infeliz tiene varios agujeros de bala en el cuerpo, el más visible es el de su cabeza, abierta como una especie de sandia cuando se cae de una gran altura, la escena es grotesca, siento nauseas pero no quiero vomitar, los mareos se hacen insoportables, hay sangre por todos lados, una viscosa sustancia que parece masa encefálica cubre el refrigerador, el cual también esta malditamente agujerado, esto se ha salido de control, pienso que hacer, pero solo se me viene a la mente la imagen del enfermo de mi vecino, si ese que vende películas gore los domingos, con su cara retorcida y su sonrisa maniaca, lo imagino en mi cocina diciendo -maldita sea como voy a limpiar todo esto-, se me sale una sonrisa, pero el humor no ayuda mucho, intento calmarme, no puedo, intento gritar hacer algo lo que sea, pero no puedo no debo, no sé, solo puedo quedarme ahí parado viéndolo, su cara tiene una expresión vacía como acartonada, sus ojos muertos y retorcidos miran hacia el infinito buscando un paraíso que nunca encontrara, todo se fue al carajo, la escena parece el comienzo en una película de Terror, una especie de pesadilla, un mal sueño, si lo veo de esa forma mantendría más la calma, esta no seria la primera vez que sueño con escenas tan horrendas y sangrientas como esta… Solo que hay un pequeño inconveniente, el pobre sujeto que está muerto en mi cocina soy yo y sé que esto no es un sueño.


6:30 Am dice mi despertador parpadeando de mala gana, oigo un maullido, suena más como el llanto de un bebe cuya madre descuidada lo ha dejado caer por la ventana y pienso en el gato de mi vecino, como me joden los gatos, tal vez sea hoy el día que un bendito camión me haga el favor de callarle el hocico, ese insoportable maullido me tiene despierto de noche y día, inquieto, incomodo y recordándome lo frágil que puede ser la vida de un oficinista mediocre como yo. -Pinches gatos- susurro en vos baja mientras con delicadeza saco ese absurdo disfraz de persona decente que me obligan a llevar a diario y sin prisa marcho a bañarme. La misma jodida rutina de todos los días, giro la perilla de la regadera y el agua helada recorre mi espalda azotándome los nervios como lo ha hecho toda la semana -mañana comprare el gas- me repito mentalmente como lo he estado haciendo desde hace mucho tiempo, aunque me alivia el pensar que el baño es una tortura pasajera con el estrés que me espera, los gritos, las prisas, los teléfonos sonando, los cuchicheos a mi espalada y sobre todo los diabólicos papeles que nunca se terminan. –Pinches papeles- expreso libremente al viento y a mi cafetera barata mientras me sirvo en la vieja taza que me regalo una tía en navidad, la absurda cara del reno que trae impresa me recuerda al pendejo de Saúl, “El Cucharas” como le apodaban en la secundaria, ¿qué habrá sido del? Y ¿Por qué chingados le apodaban el cucharas? Son misterios que nunca podre resolver, así que dejo de pensar en mamadas y me concentro en el nudo de mi corbata.

7:15 Am –voy con buen tiempo- me digo para mis adentros mientras veo de reojo el reloj, me sobra para desayunar así que con maestría y celeridad me dirijo a mi sucia cocina integral a preparar lo único que se huevos fritos, eso sí en todos sus estilos, revueltos, batidos, al albañil, etc., etc. Colérico por las prisas y el rugir de un estomago sin cena abro el refrigerador para toparme con la sorpresa de que no hay ni un puto huevo - ¡Me lleva la chingada, pinches huevos!- mañana comprare huevos apunto mentalmente en mi cabeza y sirvo a las prisas una doble ración de café, el reloj está a punto de marcar las 20 y una mancha de café se cierne sobre mi traje gris de segunda mano, esta vez no hay insultos ni blasfemias a los aires, solo el silencio incomodo que nos otorga nuestra conciencia cuando cometemos una estupidez, no importa hay tiempo, marcho hacia el ropero en busca de un saco apropiado para el pantalón oscuro, encuentro tres, el primero huele chistoso y los últimos dos me hacen parecer más cuadrado de lo que nunca podre estar, me decido por el ultimo, oscuro, con tenues signos de envejecimiento, intento recordar donde lo conseguí, pero solo se me viene a la mente la imagen de mi padre cuando me gradué de la preparatoria, con los ojos llorosos se me acerco me acomodo la corbata y me dijo “una buena presentación te abrirá las puertas de cualquier sitio”, algo sabio mi viejo, tal vez vaya a verlo en el fin de semana y darle la misma explicación que siempre le doy cuando me pregunta el por qué no le he dado los nietos que tanto desea.

Debí ser abogado como lo fue el, debí ser un cabron y no un idealista, tal vez si le hubiera hecho caso ahora estaría ejerciendo como el manda más de un despacho jurídico y no sobre mi triste escritorio, encerrado en ese maldito cubículo de dos por dos, donde cualquier cosa que hagas amenaza con convertirse en el tema de platica de los demás, absurdos chismes de oficina, jodidos compañeros de trabajo, pensé que esos jueguitos se habían quedado en la preparatoria, pero lamentablemente me han seguido hasta mi vida laboral y así cabreado como siempre salgo de mi habitación y veo un silueta pasar al fondo de mi departamento, resulta que ahora para acabarla me estoy volviendo loco, me acerco sin más preámbulo que el de un sujeto armado con un portafolio, escéptico llego hasta la cocina y lo veo, efectivamente hay un tipo en mi cocina, está revisando los cajones, seguro busca los cubiertos de plata que mi madre nunca me dio, el sujeto se da vuelta, viene vestido de negro, lleva una boina sobre su cabeza y para rematar trae unos viejos guantes de cuero, el pobre diablo antes no se pega un anuncio en la espalda que diga, “soy un ladrón” hasta me da un poco de pena, pero hay algo familiar en su cara, ah, lo reconozco de inmediato y pronuncio en vos baja –Cucharas- el ladrón responde con un sobre salto, me gana la confianza – a huevo pinche cucharas eres tu- mi cerebro carbura y deduzco por que le habían puesto tal apodo y a punto de escupir una enorme carcajada el cucharas me calla el hocico sacando un enorme revolver de sus pantalones, rápidamente subo las manos oh demonios por que no le hice caso al cabron de mi vecino cuando me decía que cerrara la ventana del balcón, que no era una calle segura, porque no hizo algo por caerme mejor, así tal vez lo hubiera oído, mierda siento solo la tercera bala, se que fueron tres, conté los estallidos, pero solo me dolió la tercera, la que entro a la altura de la boca del estomago, carajo como duele, no pienso en nada, solo lo veo a los ojos al cucharas, ojos fríos, como los de un lobo cuando caza, esos son los ojos de un asesino, en si son los de mi asesino, un cuarto y último disparo impacta directamente en mi cabeza, y puedo sentir cada milisegundo, siento como se abre mi cráneo, siento mi cerebro salir volando por la parte trasera de mi cabeza, cada célula me grita que acabo de morir… después oscuridad y silencio
Abrí los ojos de nuevo y estaba parado en la cocina, observando mi cuerpo convulsionarse, el cucharas ya no estaba, solo yo y mi antiguo yo, ambos muertos, abatidos por la rapidez de la ciudad más grande del mundo y eso me trae de nuevo a mi situación actual, hay un cadáver en mi cocina, yo soy ese cadáver y si no al menos soy su espíritu, fantasma, que se yo, soy una cosa indefinible, me surgen muchas preguntas, demasiadas para pensar en una en especial… pero que mierdas me acaban de asesinar y no sé que pueda ser peor que esto, después de todo ¿qué es lo puede ofrecer la vida para un muerto?.

jueves, 1 de abril de 2010

Comienzo

"He cometido el peor pecado que uno puede cometer. No he sido feliz."

Jorge Luis Borges 1899-1986.