jueves, 6 de mayo de 2010

Final de temporada

Por: Urielo Sánchez

-Me siento como una fruta- Dice la chica del televisor unos segundos antes de que lo apaguen, frente a él, una familia políticamente correcta le da las gracias al Señor por disfrutar los deliciosos alimentos de esa noche, todos los miembros de la socialmente idílica y perfecta familia Meléndez lo hacen, todos, menos uno. Margarita Meléndez, quien en vez de estar rezando con el resto de su familia se encuentra saltando la valla del patio trasero, su aguda garganta vocifera blasfemias que se mimetizan con el torrencial sonido del agua cayendo desde las nubes, hay demasiada lluvia como para que los vecinos noten la pequeña figura que reta al cielo desde el hermoso césped de una hermosa casa en unos hermosos suburbios que hermosamente a Margarita, le han dejado de importar, agobiada revisa sus bolsillos, 900 pavos en billetes de Juárez y Sor Juana, una cajetilla de cigarros a medio fumar, un Zippo perteneciente a su ahora ex novia, el documento que arruino su vida y las llaves del Mustang de papa que tomo sin permiso, Margarita esta decidía, esta noche va a huir de casa.

Su enojo se incrementa con la tempestad y el viento la empuja hacia él auto, sin titubear sube al asiento del conductor, se seca las lágrimas, el sudor y la lluvia de la cara, después, coléricamente empieza a golpetear el claxon ¿Qué lleva a una chica que lo tuvo todo a buscar la nada? ¿Qué lleva a unos padres que siempre han amado a su hija a rechazarla en el peor momento de su vida? Margarita piensa en estas preguntas mientras el aturdidor sonido del claxon flagela sus oídos, es entonces que Margarita voltea hacia el espejo retrovisor, espera ver salir a su madre bajo la lluvia, espera verla correr hacia él auto, espera verla llorar pidiéndole que no se vaya, Margarita siempre espera muchas cosas, ignora que su madre se encuentra ahora encendiendo él televisor – Final de temporada- comenta a su marido mientras este se sirve una segunda ración de espagueti. Margarita se cansa de soñar, saca un cigarro de su bolsillo y lo prende, no abre las ventanas, le gusta ver el vidrio empañado con el humo del tabaco, ha esperado demasiado, enciende el automóvil de un tirón, pone segunda y sale despedida a buscar un lugar que la haga sentir mejor, un lugar que tenga alcohol.

Varios kilómetros más, tres cigarros menos, cinco lagrimas sobre su rostro y encuentra un bar que nunca en su vida había visto, se detiene detrás de él, apaga su auto, se recuesta sobre el volante, respira varias veces y sale en busca de la mejor cerveza que le puedan ofrecer, la lluvia no ha cesado, al contrario, su volumen a tomado fuerza, las calles se sienten inundadas, sus tenis húmedos, sus labios resecos, sus sentimientos destrozados. Entra al bar, ignora a todos excepto al fornido chico de la barra, quien corresponde su mirada con una sonrisa burlona, Margarita se echa sobre un torpe asiento forrado de vinil negro, agacha la mirada y recarga su pesar sobre la vieja madera, después pide la mejor cerveza que manejen, le sirven una “Vicky”, no es lo que pensaba pero su contenido le sabe a gloria, a los labios de gloria, el sudor de Gloria, su ex amante, su ex amiga, su ex Gloria, Margarita no puede evitar el brote de unas cuantas lagrimas, así como no puede evitar las miradas lascivas de unos cuantos sujetos que la han estado observando desde que entro al bar. –Otra- dice fuertemente Margarita mientras de un trago bebe el resto de la primera, golpeando el culo de la botella sobre la barra-Otra- susurra entre lagrimas, al tiempo que se sostiene del envase como si en cualquier momento fuese a caer.

Entre el intercambio de botellas Margarita tiene unos cuantos segundos para examinar su alrededor, mucha gente, mucho ruido, poca paz, de todas las miradas que logra captar una en especial atrae su atención, una chica rubia, atlética, su rostro femenino y perfectamente delineado la invita a pecar, a pecar por Gloria, -Pinche Gloria como eres pendeja- dice a secas mientras se deleita con las delicadas facciones de aquella deliciosa creatura, pero hay un pequeño inconveniente, con la chica se encuentra una bola de animales, toscos, gruesos, fornidos, ríen y comentan una multitud de obscenidades, ellos también la están mirando, la asechan, la estudian, la desean. La desean igual que la deseo Martin aquella noche, en aquella fatídica fiesta cuando en medio un agudo cuadro de intoxicación la poseyó, una y otra vez, profanando cada agujero de su cuerpo, mancillando cada trozo de su carne, ensuciando sus viseras y su útero con su apestoso semen.

Aquella noche Margarita había peleado con Gloria, en su tristeza bebió sustancias cuya existencia ignoraba provocando un fatigoso delirio que impidió que pudiera defenderse mientras era violada consecutivamente por el hermano de su novia. -¡Puta!-, fue lo que le grito Gloria cuando los encontró cogiendo, -¡Puta!- Fue lo que iba vociferando mientras la bajaba aun desnuda de las greñas y por las escaleras, -¡Puta!- Lo que dijo en un susurro después de escupirla y arrojarle unas cuantas prendas encima, -¡Puta!- lo que le contesto por teléfono cuando Margarita le confesó que estaba embarazada de su hermano,- Putilla- lo que le dijo su padre cuando margarita le pido ayuda –Puta madre- lo que margarita se repite una y otra vez desde que destapo aquel informe, ese informe que con aflicción lleva en el bolsillo. La segunda cerveza llega antes de que se dé cuenta que está ahí, al mismo tiempo uno de los animales de la mesa de la chica linda se para derramando seguridad y de forma pomposa avanza contoneándose hacia ella.

-Hola amiga, ¿Por qué tan sola?-dice el sujeto mientras ostenta una falsa sonrisa y pone su codo sobre la barra –Por que soy lesbiana, estoy embarazada y me cagan los hombres-el hombrecillo sin saber que más añadir ante un comentario como ese opta por retroceder cautelosamente hacia su manada de idiotas, Margarita cabreada mata la “Vicky” de un trago, paga la cuenta y se retira tambaleándose.

El humo del tabaco se cola por los respiradores del Mustang, la chica que lo conduce se llama Margarita Meléndez Vidal, tiene veinte años y después de la quinta lata de cerveza ha prometido que dejara de llorar, estudia diseño, su sangre es tipo AB y su bebe quizás se llame Damián si es hombre, Magdalena si es mujer, su dirección, teléfono y demás datos ya los ha rayado de sus identificaciones pues piensa en esto como una especie de ruptura, una especie de cambio y aunque el teléfono aun es legible en su credencial del Ife Margarita está feliz. Mientras da una vuelta cerrada pensó en buscar empleo, cuando rebaso a un niñato que apenas sabia conducir, Margarita se sintió poderosa y pensó en un departamento, Margarita pensó tantas cosas ese día y más que pensar estaba el placer que solo obtienes cuando conduces un Mustang del año a 98km bajo una lluvia torrencial, Ella estaba volviendo a sentirse viva tan viva como para acabar sus estudios. Margarita se está reinventando, “la vida es muy corta para vivirla de una forma preocupada”.

El capítulo de la serie del canal favorito está a punto de terminar y se puede apreciar perfectamente a una pareja sentada en la banca de un pequeño parque, ambos se dictan mutuamente el por qué se quieren. Al mismo tiempo el teléfono suena en una hermosa casa de unos hermosos suburbios, la respetada señora Meléndez es la que contesta con un tono frustrado, la voz del otro lado de la línea le informa que su hija, Margarita Meléndez ha fallecido en un horrendo accidente automovilístico, instantáneamente después el capitulo del programa televisivo termina, como espectador se encuentra el desesperado llanto de una madre destrozada, otro increíble final para un día más dentro de la vida de una familia políticamente correcta, pero esta vez el televisor se que queda encendido.

1 comentario:

  1. ¡Qué miedo!, ahora que lo veo bien hombre, nuestros textos de verdad si se parecen:
    Cuando, el personaje principal -espera algo- en un automóvil con el humo del cigarro encerrado dejándole una visión turbia. Y el problema central se descubre a partir de que están en busca de alcohol (Margarita y Agustín), hay lluvia que se mezcla con blasfemias que se disipan. Bien nos dijeron que por algo andábamos... por insanos y malkarmas.

    Ahora bien, ahí te va un "mju" de mi parte;
    (te cito) "Tu texto está muy adornado con el lenguaje" (fin de cita)
    (te vuelvo a citar) "...su aguda garganta vocifera blasfemias que se mimetizan con el torrencial sonido del agua cayendo desde las nubes..." (fin de cita)
    ¡Bah!, tu también adornas... como a un arbol decembrino diría yo ¡MJU! (imagina mi rostro hacia un lado con los ojos medio cerrados y hacíendo un cículo con los labios)

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